Textos de citas

Que este emblema, a vuestros ojos, hermanos de la Verdad, pierda todo el valor que los pueblos civilizados de las monarquías desaparecidas le han atribuido.
Que, en vuestra conciencia, este emblema pierda toda la historia a la que se liga, y visto bajo un nuevo día de libertad equitativa, honesta y pacífica, este Lirio tome el vuelo de un sol que se eleva, blanco y dorado, prometiendo a sus adeptos no derechos reales, nada de herencia incestuosa, sino la igualdad equitativa, la fraternidad realizada y la libertad plena del sentido de su valor.
Además, a vuestros ojos, el Lirio deberá tener un valor más íntegro, más alto y amplio.
Sus extremidades triunvirales os revelarán la triple personalidad de la que el Ser humano se compone, la triple manifestación del alma.
Sus ángulos triunvirales reunidos por una sola base deberán revelaros la Unidad consciente del ser humano en sus múltiples manifestaciones, y desde el punto de vista práctico, la Unidad de los seres que aspiran a la realización del Gran Ideal de la Regeneración.
Desde la caída decrépita del Lirio real, la muerte aboliendo la supremacía arbitraria, ha enterrado definitivamente a los últimos reyes con su emblema y ahora, a los ojos de los Caballeros del Lirio y el Águila, el Lirio del pasado no renace, sino que el nuevo Lirio se convierte a sí mismo en adversario implacable del Lirio desvirtuado por las pasiones y la insuficiencia de los que lo llevaron.
El nuevo Lirio se eleva con resplandor, y a través de sus rayos deslumbrantes se ve claramente la divisa sagrada:
Amor – Amistad - Solidaridad
Esta divisa no es nueva, lo que es nuevo es la promesa inscrita en su luz, la promesa grabada en el alma de los que la revelarán.
Marie Rouchine-Dupré
Antaño, sobre el Estandarte de los Romanos el águila planeó impasible a la matanza. Roma y Bizancio, reino desdoblado, duplicó la vigilancia del Águila.
Los pueblos posteriores triunfalmente hicieron asistir este emblema lleno de esencia divina a todos los horrores de abuso, de brutalidad, de fuerza y de descenso al vicio y a las pasiones.
El último que tuvo sus ejércitos asistidos por este sagrado egregor, en las llanuras del mundo cristiano, murió en el exilio; y el que en este momento porta este emblema por los valles de sangre y desolación, morirá y será enterrado con el Águila manchada, el Águila decrépita, el Águila imperial.
Lo mismo que el lirio real, esta águila no renacerá.
Pero el Águila se creará a sí misma y sus Caballeros, al llevarla, no deben apegarse a la sangrienta historia del Águila desnaturalizada.
La nueva Águila extiende sus alas vueltas hacia el Oriente, esperando, con mirada firme, el elevar del Sol, para percibir en él el LIRIO inmaculado. 
El símbolo trino también está marcado en ella como en el Lirio; sus alas simbolizan la dualidad humana, mientras que su cabeza simboliza el consciente que anima todo ser sensato.
Su conjunto es la personificación de la fuerza del derecho y la protección por el derecho.
En sus garras no hay ni cetro ni espada, ya que, en los días futuros, el cetro será el derecho del hombre y la espada su justicia en favor de su prójimo. 
Con sus alas protectoras, cubre el Lirio, símbolo de la Amistad y del Amor, ella, emblema de la Sabiduría.
Es bajo su protección que la fertilidad del primero generará la felicidad futura de la humanidad.
Marie Routchine-Dupré
Un Caballero, consciente de su misión universal, debe desarrollar dentro de sí el amor sin distinción ni parcialidad alguna, en toda la extensión de sus potencialidades conscientes del alma.
Para llegar a este resultado sublime, el ser humano debe crear la imagen ideal de aquella que fue la esencia misma del Amor, que lo trajo de los cielos y lo hizo vivir en el corazón de los hombres.
DEA no es lo que se imaginan, el ser encarnado que sufre la suerte de los hombres; lo que reconocéis como su Venerable Madre es sólo el núcleo consciente de DEA Universal, y ésta se encuentra esparcida no sólo en la Tierra, no sólo en los astros, sino incluso en las regiones interastrales. Desde el primero hasta el último, todos los hombres con los que se encuentren durante todo el período de tu existencia diaria llevan en sí el nombre de Dea.
Si hieren por resentimientos adversos a uno de sus semejantes, hieren directamente a Dea, y ese resentimiento es una flecha que parte de su alma y, a veces, hiere cruelmente a Su Venerable Madre.
Comparad estas palabras con las del Gran Iniciador del género humano, nuestro Maestro de todos, el Cristo de Nazaret, cuando dice, hablando del juicio final:
“Me viste infeliz y no me ayudaste, tuve hambre y no me diste de comer, tuve sed y no me diste de beber, estuve en prisión y no viniste a consolarme”.
Y el hombre, lleno de iniquidad egoísta, responde:
“Maestro, nunca te he visto infeliz, ni hambriento, ni sediento, ni en prisión”.
Y él respondió:
“Lo que has hecho a los demás, a mí me lo hiciste”.
Sin duda, esta enseñanza crística se refiere a la Universalidad de Dea que acabo de mencionarles más arriba.
Tengan pues como máxima que, al herir a vuestro prójimo con resentimientos contrarios, por más íntimos que sean, ustedes hieren el Espíritu universal del Amor, hieren a Dea, Nuestra Venerable Madre y finalmente se hieren a ustedes mismos que participan de su esencia desde su creación.
Odiar, celar y envidiar al prójimo es igual a odiar, celar y envidiar a ustedes mismos.
Teman ese suicidio fatal que ha hecho degenerar a la raza humana, teman ese suicidio diario que degrada al hombre al punto de renegar de sí mismo.
Los resentimientos adversos son espadas afiladas dirigidas contra la pureza de la esencia divina de la que ustedes participan.
Odiar, celar y envidiar al prójimo es similar a odiar, celar y envidiar su propia imagen reflejada en un espejo, es un hechizo que, inevitablemente, pasando a través del objeto al que sus resentimientos atacan, vuelve a ustedes más venenoso, más degradado, más envilecido para destruirles.
No en vano que Dios hizo al hombre y le dijo: “Amaos los unos a los otros”.
Esta exhortación continua no fue sólo el resultado que nos gustaba imaginar, el resultado de una debilidad del alma y del sentimiento, era más bien el Consciente Universal que iba dirigido al Consciente Humano para revelarle esta grande y bella Verdad.
El egoísta que cree ser feliz amándose a sí mismo sólo muestra una inconsciencia absoluta.
Al amarse a sí mismo, el egoísta aísla su alma del resto del alma universal y todos los esfuerzos que hace para llegar a mantener el equilibrio de su conciencia son en vano.
Aislado, sufre inevitablemente una doble muerte, la del cuerpo y la del alma.
Quien odia al prójimo se hechiza a sí mismo con su propio odio y muere hiriendo a la Humanidad, y en Dea la Universalidad.
Un Gran Caballero no muere porque no puede odiar, no puede envidiar ni celar a nadie, y creando la imagen de Dea universal, la adapta a cada ser que vive y que se acerca a él, y lo rodea del mismo Amor, participando así del Amor Universal que es el de Dea Nuestra Venerable Madre.
Demetrio Platón Semelas
Me propongo hablaros sobre vuestra personalidad mental o integral.
La personalidad de un ser consciente consiste en la unión de todo lo que este ser ha conocido, concebido y aprendido durante su larga existencia en la vida terrenal.
Crear la personalidad es concebir mediante las propias facultades todo lo que es abstracto pero que existe en uno mismo o fuera de uno mismo.
No podemos crear nuestra personalidad estudiando las obras de nuestro prójimo, no podemos crear nuestra personalidad imitando o adaptando el comportamiento o las expresiones de nuestro prójimo.
La imitación sirve para crear una personalidad falsa y vacilante, la adopción de las impresiones de los demás sirve para crear una personalidad que puede definirse con la expresión 'alter ego', es decir otro yo, por tanto, deja de ser el único yo en la naturaleza.
Ahora bien, cada Caballero debe seguir los siguientes principios para crear su propia personalidad independiente:
La personalidad se crea con el apoyo de la Voluntad en el hombre, así como la naturaleza se recrea en el hombre con el apoyo constante y único de sus leyes.
En el hombre, la Voluntad debe tomar el lugar de la ley.
Así como en la Naturaleza la Destrucción se opone a la Creación, la muerte a la Vida, así en el intelecto humano la Ignorancia se opone a la Ciencia, como en la vida la inacción se opone a la Acción.
Pero, para dar mayor desarrollo a la teoría de la creación de la personalidad, creo que sería necesario proceder por etapas para llegar de la Nulidad a lo Perfecto relativo.
Los Caballeros con el lema: “Sé diferente entre tus semejantes” podrán lograr el resultado impuesto por la Naturaleza y por su destino.
La disimilitud es una virtud espiritual del hombre porque lo priva de la posibilidad de imitar las obras y pensamientos de los demás, obligando así al paciente a realizar un trabajo personal que le proporcionará la autocreación de la personalidad.
Estoicismo, Indiferencia, Impasibilidad son las tres primeras lecciones que servirán al esfuerzo propuesto.
Qué es el estoicismo?
El estoicismo es la aceptación sin recriminación ni rebelión del destino impuesto al hombre por fuerzas que actúan fuera de él.
Es el estoicismo el que, combinado con la indiferencia ante lo que sucede y la impasibilidad ante lo que se hace, crea el primer núcleo de la personalidad humana.
La afirmación de la Voluntad en la multiplicidad de acciones humanas es el segundo elemento en la creación de la personalidad.
Por lo tanto, Caballeros, unid en vuestra mente los principios enunciados como el lirio une sus pétalos en su tallo.
Estoicos, disímiles, indiferentes, impasibles, estudiantes de la Naturaleza, seréis dignos agentes para mostrar al hombre el milagro del esfuerzo y de la Voluntad.
Demetrio Platón Semelas
Hijo mío,
¿Por qué te molesta el silencio? ¿Por qué el silencio te recuerda a la oscuridad?
Sepas, oh Iniciado, que Yo te concebí en este aislamiento, que te he dado los primeros principios de la Sabiduría.
Mientras la facultad del pensamiento agite tu Ser interior, el silencio se llenará de luz, como el vacío se llenó con la Palabra de Dios.
El silencio se hará palabra y tu Ser se llenará de Sabiduría;
entonces, Hijo mío, habrá llegado tu hora, romperás el silencio abriendo la boca y, con voz armoniosa, rítmica y cadenciosa, anunciarás las palabras de Sabiduría que harán del Iniciado un Iniciador.
Pero antes de este momento, Hijo mío, sumérgete en el silencio, porque es en él, en su aislamiento, que el Iniciado puede convertirse en Iniciador.
Temo, oh, Madre mía, engañar a mi prójimo. Tengo miedo de cometer errores, dudo de mí mismo.
Hijo Mío, no tengas dudas, no tengas miedo, porque la duda y el miedo sólo estarán en ti cuando estés en el error.
La Verdad que se crea en el silencio, que se fortalece y que vivifica tu ser, te llenará el día que tus ojos se abran a ella y como el polluelo que rompe el huevo y pasa a la vida, así tú, oh, Hijo mío por espíritu, tú rasgarás los velos del silencio, y tu Palabra aparecerá para dar vida, para llenar el vacío que encontrará.
No temas, oh, Hijo mío, el silencio, porque en él nacen los primeros efluvios de la vida y de la razón.
Sé fuerte en él porque vencer el silencio es vencer para siempre a quien de todas maneras se interpone entre tú y yo, oh, hijo mío.
Ésta, hermanos míos, fue mi primera meditación cuando supe que había sido enviada a los hombres para enseñarles la Verdad y su moral.
Vosotros también meditad sobre mi meditación y sed inspirados.
Marie Routchine-Dupré
  1. El Bien se manifiesta en el hombre por la Bondad. La Bondad es atacada siempre en el hombre por la Medida.
  2. La sede aparente de la Bondad en el hombre es el corazón. La sede aparente de la Medida es el cerebro.
  3. TodaManifestaciónde la Bondadenelhombrese ve obstaculizada porla influencia dela Medida o el cálculo.
  4. Los hombres hacen el Bien con Medida, así los resultados de ese Bien son nefastos y la Bondad del hombre sufre.
  5. Los hombres hacen el Bien por Cálculo; actuando así ahogan en ellos la Bondad.
  6. Los hombres realizan el Bien sometiéndolo a los límites de intensidad y duración; al hacerlo así, ellos están muy preocupados por esos cálculos y perciben, finalmente, que en vez de hacer el bien ellos han hecho el mal.
  7. La Medida y el Cálculo es la parte más imperfecta de la mente humana, mientras que la Bondad no sufre ninguna perfección; ella en sí misma es perfecta.
  8. La Bondadmanifestadaen el hombre lesirve comoun medio parala perfecciónde los seresque la rodean.
  9. La Bondad tiene un lugar grande en la esencia misma del hombre, pero es eliminada sistemáticamente por la acción de sus energías imperfectas.
  10. La Bondad es la virtud pasiva del hombre, su manifestación no se hace por actividad, sino por espontaneidad.
  11. Esta es la razón por la cual el Yo, eternamente agitado por el terror del final, nunca deja lograr el efecto de la espontaneidad de su bondad; por razones de seguridad, la acompaña y la somete a los rigores de la medida y el cálculo que casi siempre terminan ahogándola.
  12. Por lo tanto, la Bondad es un don que el hombre ha recibido del Bien soberano, de Dios.
  13. El hombre juzga, razona y calcula con celeridad y confianza.
  14. El juicio, el razonamiento y el cálculo son imperfectos en el hombre, ellos casi siempre son decepcionados en sus expectativas, por lo que es difícil para el hombre ser bueno.

    Marie Routchine-Dupr
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El bien Soberano reside en la Unidad.
La Unidad tiene tres sentidos o tres maneras para manifestarse: lo Bello, el Bien y la Verdad.
Estos tres se explican los unos por los otros; así el Bien será la realidad de lo Bello. En un sentido ideal, el Bien es el Absoluto, el Ser en sí mismo, porque sólo lo que es, es el Bien, es el Generador universal, en una palabra: es Dios.
El bien es la Virtud del Espíritu, porque lo que es Espíritu y Vida está libre de contaminación, es la luz eterna, que dirige la naturaleza sobrehumana del hombre y le anima a abandonar su naturaleza animal, porque la animalidad es el mal.
Sin embargo, si el bien es lo que es, el mal es lo que no es.
Si Dios es todo el Diablo es nada.
Si el bien es la Virtud del Espíritu, el mal será el Vicio de la Materia.
Este es el Gran problema, porque la presencia de estos dos extremos explica una decadencia del individuo que los manifiesta.
El hombre en la tierra tiene, gracias al socorro incesante de la Providencia, la posibilidad de retornar al lugar de esplendor de donde salió, y haciendo esfuerzos para aniquilar su naturaleza material, reconquistar así, al precio de muchos trabajos, el lugar que debe ocupar en el Edén primitivo.
Debe, con este objetivo, combatir específicamente el peor de todos los Vicios, el que es la misma personificación del mal: es el sentimiento conservador de la Naturaleza Material, es el sentimiento que hace que el hombre busca desviar por completo su espíritu del bien tratando de asociarlo a su naturaleza inferior, 
es el sentimiento que le hace buscar las satisfacciones físicas y el amor al metal que las procura, que empuja al hombre a presentarse por encima de todos los demás hombres. Es, finalmente: el Egoísmo.
Como definición, puedo decir que el mal es la atracción hacia la materia.
En algunos casos se le llama cobardía cuando el hombre, por instinto conservador, abandona sus funciones.
Muchas veces se culpa al sufrimiento de ser un mal; es una consecuencia, y a menudo es un remedio para el mal.
El mal es tan bajo, porque el bien es muy alto, y esto explica ladificultad que sufre el pecador para elevarse.
El bien Infinito, y el mal tan limitado, no son antagónicos, de desemejanzas armónicas, como el activo y el pasivo, lo masculino y lo femenino que la Ciencia del Más allá nos presenta. 
Su valor es inconmensurable porque el hombre que conoce uno ignora al otro, el Santo que conoce el bien no sospecha el mal.
Y el hombre inmerso en el vicio no concibe ni por un solo instante el bien.
Es por eso que la ciencia del Bien y el Mal ha sido la ciencia buscada por todos los caídos que sienten en ellos los Deseos de Dios;
sus aspiraciones le llevan a lo alto y su animalidad a lo bajo.
Ellos llegaron y realizaron la promesa de la Serpiente; fueron como dioses conociendo el Bien y el Mal, porque en su materia, recuerdan la antigua luz, la añoran, y apremiando su corporeidad, la abandonan para subir hacia Dios.
Marie Routchine-Dupré
Nuestro estudio, a pesar de la conexión que pueda tener con cuestiones de carácter metafísico, no quiere ni debe confundirse con obras ocultistas que, muy frecuentemente, son tratadas de forma arbitraria.
Desde hace siglos, la humanidad tiende por el suavizamiento de su moral y su desarrollo intelectual, hacia la perfección.
La educación adoptada para los niños del siglo XX consiste en desarrollar los recursos de su mente en todas las ciencias que posee la humanidad, excepto la del conocimiento de sí mismo.
Por tanto, deberíamos comenzar por esto.
La ciencia del conocimiento de uno mismo no es desconocida en los archivos intelectuales de la historia humana, pero se encuentra en el estado en que se encontraba la química en la Edad Media;
es decir, que cada individuo, sin ningún estudio sistemático, sin ninguna documentación experimental, la profesaba en obras con títulos altisonantes.
Es hora de que se cree una escuela para organizar un sistema de trabajo científico experimental y práctico de la ciencia del conocimiento de uno mismo.
Es mediante un trabajo constante que se podrá hacer revivir esta ciencia tan necesaria para la vida individual y colectiva del hombre en el siglo XX.
La filosofía y la psicología modernas han hecho mucho, es cierto, a favor de esta causa, pero estas ciencias están relegadas al segundo nivel, porque carecen de un objetivo práctico.
El autoconocimiento es útil para la creación de una personalidad independiente, única, de modo que cada uno pueda, en la existencia de la vida colectiva de las sociedades, participar en la responsabilidad de las acciones comunes.
Para que el hombre pueda obtener esta ciencia de su estado, que hoy poseen pocos privilegiados por naturaleza, tiene el deber de educarse en esta vía y educar a los demás, para que este privilegio pueda convertirse en un bien común de la humanidad.
Cuando los niños llegan a la edad en que se les enseñará física, química, historia natural, antropología y ciencias matemáticas, es entonces cuando debemos enseñarles la ciencia que creará y afirmará tanto en su vida individual y social, su propia personalidad.
Marie Routchine-Dupré